Me ha costado mucho escribir este post porque es probablemente lo más personal que he compartido en el blog pero después de mi ausencia estos meses y de lo que he pasado (y estoy pasando, porque aún no me he recuperado 100%), me siento con la responsabilidad de aprovechar este canal para llegar a todas esas personas que, como yo, llevan toda la vida luchando con el sobrepeso y la obesidad y ven en los nuevos tratamientos una salida que para nada es fácil.
Si estás pensando en recurrir a Mounjaro o ya lo estás usando, necesitas leer esto.
No escribo este post como profesional sanitaria, sino como paciente. Como alguien que ha vivido en carne propia los dos lados de esta moneda. Quiero contarte lo bueno, lo malo, lo esperanzador y lo doloroso de mi experiencia con Mounjaro, un medicamento que pensé que por fin me iba a cambiar la vida... pero que también me llevó al quirófano. Porque si estás valorando tomarlo, mereces conocer toda la verdad, sin filtros ni promesas milagrosas.
¿Qué es Mounjaro y por qué tanta gente habla de él?
Mounjaro (tirzepatida) es un medicamento inyectable originalmente diseñado para tratar la diabetes tipo 2, pero que también está aprobado para la obesidad o el sobrepeso con comorbilidades. Su funcionamiento se basa en actuar sobre dos hormonas (GIP y GLP-1) que regulan el apetito, ralentizan la digestión y aumentan la sensación de saciedad.
Eso, traducido a la vida real, significa que te ayuda a comer menos, a no tener hambre constante y, sobre todo, a liberarte de la ansiedad con la comida. Por eso se ha hecho tan popular. Pero también ha generado una ola de desinformación y falsas expectativas.
Lo bueno: paz mental y una relación sana con la comida
En mi caso, llevaba toda la vida luchando contra la obesidad. La primera vez que fui al endocrino tenía 13 años, aquella experiencia temprana con dieta altamente restrictiva y un doctor que me echaba la bronca si engordaba unos gramos o no cumplía con el objetivo de, al menos perder un kilo semanal, me llevó a experimentar episodios que empeoraron mi, ya de por sí, mala relación con la comida. Creo que no hace falta dar más detalles.
Había probado de todo: dietas con diferentes nutricionistas, ejercicio, terapias, suplementos. Nada funcionaba a largo plazo. Empezaba con entusiasmo y mucha fuerza de voluntad, perdía 10 kilos, me estancaba, me frustraba y volvía al punto de partida. Hace años os conté en el blog que hice una dieta de proteínas con la que perdí 20 kilos en menos de 4 meses. La contrapartida es que, en un año, recuperé el peso perdido y 10 kilos más de propina.
Con Mounjaro, todo cambió. Desde el primer pinchazo sentí tranquilidad. Desaparecieron los atracones, los antojos, la necesidad de comer sin hambre. No es que el medicamento te haga adelgazar solo: te ayuda a tener el control que tanto cuesta tener cuando vives con un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) o una mala relación con la comida.
Podía seguir una alimentación sana sin esfuerzo, incluso en semanas en las que no bajaba de peso o incluso subía algunos gramos. Y eso, para quienes hemos vivido en guerra con nuestro cuerpo, es impagable.
Pero no, no es una solución mágica
Mounjaro no es para cualquiera. No es para quien quiere perder "unos kilitos" antes del verano. Es para personas con obesidad, muchas veces desesperadas, que ya lo han intentado todo.
Y tampoco es barato. Las primeras dosis (2,5 y 5 mg) me costaban 271 € y al subir a 7 mg, el precio escaló a 358 € por cuatro dosis. No está financiado por la Seguridad Social. Me lo tomé como una inversión en salud. Pero también como una apuesta arriesgada.
A diferencia de lo que muchos piensan, no es pincharse y listo. Hay que acompañarlo con buenos hábitos. En mi caso, comía muy sano, mucha fruta, verdura, mantenía las proporciones de proteínas, hidratos y vegetales, grasas saludables, etc. poniendo en práctica mi experiencia de todos estos años en manos de nutricionistas, aprovechando muchos de esos menús que me proponían y funcionaban hasta que me estancaba. Y pese a ello, también había semanas en las que no bajaba nada.
Sin embargo, no me frustraba porque, por una vez, no sentía esa urgencia de ver resultados inmediatos. Me sentía bien conmigo misma, ligera como una pluma y con la sensación de estar cuidándome y haciendo las cosas bien. Totalmente zen, como yo me imagino que se sienten esas personas delgadas con buena relación con la comida que nunca entienden lo que pasamos quienes luchamos con la obesidad.
Es cierto que tampoco pude hacer demasiado ejercicio porque coincidieron varias lesiones por las que estuve yendo al fisio: tendinitis en un brazo, lumbociática... Aun así, salía a caminar un poco cada día, si bien creo que acompañado de una rutina más completa de ejercicio, habría obtenido mejores resultados, pero tenía que adaptarme a mi situación.
Lo que nadie te cuenta: los efectos secundarios graves
El medicamento tiene efectos secundarios frecuentes como náuseas, mareos o diarrea. Yo solo tuve náuseas y mareo leve la primera semana. Pero cuando me subieron la dosis, llegó el estreñimiento. Y no uno cualquiera. Uno tan severo que me llevó a una operación y a pasar los peores meses de mi vida.
Al principio, lo intenté todo: más agua, más fibra, suplementos, remedios naturales, pomadas o medicación específica recetada por mi médico, que fue quien me hizo todo el seguimiento desde el principio, análisis de sangre periódicos y contacto continuo, no lo hice por mi cuenta ni mucho menos.
Aunque soy muy sufrida y creo que aguanté demasiado, tuve que ir a urgencias un día porque el dolor era insoportable. y me decían que tenía hemorroides pero que no era para tanto. Una pomada con corticoides y a seguir. Ir al baño se convirtió en un tormento. Retrasaba ese momento hasta la tarde para poder cumplir con mi jornada laboral sin interrupciones, pero era inevitable. Cada vez terminaba con un dolor brutal que me dejaba fuera de juego durante horas. Llegó un punto en que necesitaba medicación fuerte solo para soportar el dolor después de ir al baño.
Finalmente, después de probar todo lo que me decía mi médico, hablé con ella y le dije que no podía más, los dolores eran tan fuertes que sentía que me iba a dar un infarto. Creo que cuando le dije eso me tomó más en serio y me derivó a un cirujano. Allí descubrí que tenía una fisura enorme y hemorroides de grado 3. Ya antes de eso había dejado de pincharme, entendí que aquello ya no se podía controlar. Y aun así, el daño estaba hecho. Tuve que pasar por quirófano. El postoperatorio fue horrible: la fisura se reabrió y la pesadilla continuó. Nunca había sentido un dolor así en mi vida.
Han sido muchos meses de sufrimiento que me han impedido hacer una vida normal y aún hoy, después de dos meses desde la intervención, sigo yendo al baño con miedo, no puedo prescindir de la medicación, porque el día que lo hago vuelvo a tener dolor. No tan intenso como el que padecía antes de la operación, pero sigo teniendo muchas molestias. Sueño con el día de poder volver a experimentar con tranquilidad un acto tan cotidiano y sencillo que nunca pensé que se iba a convertir en mi peor pesadilla.
¿Qué dicen los estudios más recientes?
La ciencia confirma que Mounjaro es eficaz, pero también que no todo es tan sencillo como parece:
Los ensayos clínicos muestran que los pacientes pueden perder de media alrededor de un 20 % del peso corporal en el primer año de tratamiento y mantener esa pérdida en el tiempo si continúan con la medicación.
En estudios a largo plazo (hasta tres años), la mayoría de personas mantuvieron gran parte del peso perdido, aunque quienes interrumpieron el tratamiento recuperaron hasta un 14 % del peso en los meses siguientes.
La pérdida de peso suele estabilizarse, por lo que muchos necesitan subir la dosis para seguir avanzando. Esto, a su vez, aumenta la probabilidad de efectos secundarios.
Los más frecuentes siguen siendo gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarrea o estreñimiento), pero cada vez hay más alertas sobre complicaciones pancreáticas y sobre la interacción con anticonceptivos que puede provocar embarazos no planificados.
En resumen: sí, funciona. Pero no es inocuo. Y dejarlo puede implicar recuperar parte de lo perdido si no se consolidan hábitos sólidos.
Una llamada de atención urgente: médicos, formaos
Cuando empecé con Mounjaro, apenas llevaba dos meses en el mercado español. Había poca información, incluso entre los profesionales. Los efectos adversos que yo describía no eran los "típicos". Me sentí sola, incomprendida y, muchas veces, invalidada.
Por eso es urgente que los facultativos reciban formación específica sobre estos nuevos medicamentos. Que sepan escuchar a sus pacientes y que tomen en serio cada señal de alarma. Que no minimicen ni el sufrimiento ni los riesgos.
Lo que me gustaría que quedara claro
Mounjaro puede ser una herramienta útil, pero no es una varita mágica.
No todos los cuerpos reaccionan igual. En algunos puede hacer maravillas. En otros, daño.
La obesidad es una enfermedad crónica y compleja. No se soluciona con frases como "haz dieta y muévete".
Las personas con obesidad merecemos respeto, empatía y un abordaje médico integral.
Para quien esté pensando en probarlo
Consulta con un profesional que esté informado. Lee. Investiga. No tomes decisiones a la ligera. Y si decides empezar, escucha a tu cuerpo. No ignores los avisos. No te conformes con que te digan "es normal" si tú sabes que no lo es.
Mi objetivo era perder unos 30 kilos y conseguí adelgazar 13 en unos cuatro meses, a los que se sumaron 3 o 4 más que perdí en las primeras semanas tras la operación. La parte buena es que no lo he recuperado, sigo manteniendo buenos hábitos y una alimentación saludable, con pocos caprichos, por la cuenta que me trae, y tampoco he vuelto a experimentar ansiedad o conductas obsesivas, pero el precio que he pagado ha sido demasiado alto, por no hablar de los dolores que me ha ocasionado sentarme en malas posturas...
Por último, quiero decirte que no te compares con nadie. Esta es mi historia. La tuya será distinta. Pero si este testimonio te sirve para decidir mejor, entonces todo esto habrá valido la pena.
Gracias por leerme y estar todos estos años al otro lado de la pantalla <3. Si queréis preguntarme algo por privado, tenéis mi mail siempre abierto por si os puedo ayudar en algo.
¡¡FELIZ DÍA!!
Una de las fotos es de Alyson McPhee en Unsplash. El resto, elaboradas con ayuda de IA.

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